martes, 10 de mayo de 2016

Papá, ¿qué es una canción?

Mirando la tele de vez en cuando estas últimas semanas, y miren que veo poco la famosa caja boba, pues mis motivos tengo, he visto un anuncio a cuenta del estreno de la nueva versión de El libro de la selva donde relacionan, de manera inverosímil, esta película con la promoción de unos frutos de color amarillo propios de esas islas de ornitológica denominación. Dicho spot plantea esta pregunta al inicio: "Papá, ¿qué es una canción?".

La pregunta se la hace un hijo a su padre, mientras van en el coche. Lógicamente, pilla al pobre progenitor totalmente descolocado, pensando quizá en los gloriosos muslos de Pamela Anderson en los buenos tiempos de Los vigilantes de la playa. El padre, que no sabe lo que contestar, mira a su mujer que, como buen anuncio poco sexista, sólo sirve para lanzar una sonrisa preciosa que afirma y da seguridad al buen hombre, que ya ha decidido de antemano a esa mirada cómo responder a las ocurrencias de su hijo.

Toman la primera salida que pillan de la colapsada autopista todavía de día y, tras un largo viaje en el que se cruzan por lo menos de lado a lado un par de veces la isla en la que están (supongo que Tenerife), llegan, de noche cerrada, a lo alto de una montaña en la que hay un observatorio (el observatorio del Teide, deduzco), Finalmente, los anunciantes recurren a una serie de tácticas romántico-comerciales de mercadotecnia barata que acaba dando un resultado algo escabroso y que mejor no voy a pasar a relatar porque me ha salido un sarpullidito en la axila recordándolo.

Dejando aparte estos detalles, la pregunta que plantea el niño resulta muy interesante, y me ha dado pie a preguntarme también a mí (aunque ya lo había hecho con anterioridad pero no había escrito sobre ello) sobre lo mismo. Aunque yo voy un poco más allá; yo me pregunto: ¿qué es la música?

Es difícil de explicar, la verdad. Desde un punto de vista técnico o físico, son sonidos, con diferentes propiedades (tono, timbre, etc) que suenan a diferentes frecuencias de onda del espectro audible.

De todas maneras, algo diferencia a los sonidos musicales de otros sonidos. Porque no vamos escuchando todos los sonidos que nos rodean en forma de música. Tiene que darse la propiedad, o la casualidad, de que, al menos hayan dos sonidos que tengan dos características: ritmo y melodía. Y, para rizar el rizo, también haría falta otra característica: repetición. Es decir, dos sonidos melódicos que suenen rítmicamente y que se repitan al menos una vez.

Pero, yendo más allá, ¿por qué esto es música y otras cosas no? Sin duda estos sonidos melódicos y rítmicos despiertan algo en nuestro interior, probablemente en nuestro cerebro. Nos producen siempre algún tipo de sensación: desagrado, placer, alegría, tristeza, motivación, enfado y un larguísimo etcétera.

Es bien conocido que los recuerdos van unidos en muchas ocasiones a la música, así como a otras sensaciones primigenias, como el olfato, localizados en el lóbulo temporal del encéfalo, sobretodo. Esto lo recoge magistralmente el gran neurólogo y escritor Oliver Sacks en un recopilación de escritos de "El hombre que confundió a su mujer con un sombrero", de lectura deliciosa para cualquiera, involucrado o no en el mundo de la neurociencia.

Sin embargo, se cree que las habilidades musicales, tanto de componer como de reconocer melodías, llevar el ritmo, leer partituras, etc, son funciones que se encuentran a nivel hemisférico cortical, tanto derecho como izquierdo (según la dominancia, se piensa que el no dominante posee la parte más creativa y el dominante la parte más técnica). Esto está algo más alejado de la zona temporal del recuerdo y el olfato, que se sitúa en el hipocampo, formando parte del sistema límbico, una parte más profunda del cerebro.

Aún así, no cabe duda, pues, de que las neuronas que se encargan de las habilidades musicales y las que se encargan de las funciones primigenias están conectadas de alguna forma. Y esto plantea la pregunta: ¿es la música algo primitivo de los seres humanos y, por ende, del resto de mamíferos y otros seres vivos? ¿O es, sin embargo, una función superior, propia del ser humano desarrollado e inteligente que conocemos hoy en día?

Posiblemente la música, o los sonidos rítmicos y melódicos, hayan existido desde siempre y, posiblemente, nuestros antepasados filogenéticos también eran capaces de disfrutar de ella, o de sufrir, o de guardar recuerdos asociados a la música. Quizá, lo que nos haya dado la evolución, es la capacidad de gestionar esos sonidos, de moldearlos, de idealizarlos hasta el punto al que los hemos llevado en los últimos siglos, convirtiéndolos en una de las mayores y grandiosas expresiones de perfeccionamiento y sentimientos del ser humano, capaz de hacernos vibrar hasta la última célula de nuestro cuerpo.

Como ven, es una reflexión que plantea más dudas de las respuestas que da. Sin embargo, ahí tenemos a ese padre, algo simple e ignorante que, pobrecillo, con buena intención, hace música con las estrellas, como si de la letra de una canción de Christian Castro se tratase, mientras los del marketing del plátano se frotan las manos con el genial desenlace que le han preparado al anodino espectador.

Pero esto, la falta de respuestas y el exceso de incógnitas, es algo que suele ocurrir con las buenas preguntas, como la del niño, al que le auguro un gran futuro como filósofo si sigue así (a pesar de que en el anuncio la pregunta se la plantea primero Mowgli a Baloo en la película y el niño toma nota de ello, pero no le voy a quitar mérito).

Después de esta reflexión, quizá me ponga a ver una serie en Internet, de manera legal por supuesto, donde los anuncios suelen ser por lo general menos frecuentes, a Dios gracias.